1.- HISTORIOGRAFÍA.
2.-ÉPICA ROMANA
3.-TEATRO ROMANO
4.-LÍRICA Y EPIGRAMA
5.- RETÓRICA Y ORATORIA
1.- HISTORIOGRAFÍA LATINA
I.-CARACTERÍSTICAS DEL GÉNERO
La historiografía es el género literario que tiene como objeto los
sucesos acaecidos a un determinado pueblo, estudio y narración de los hechos del pasado. Es el género en prosa más importante de la literatura romana por el número, la calidad y la
variedad de autores y obras.
La historiografía romana fue mucho menos rigurosa que la griega y de intención más moralizante. El romano no transmitía
objetivamente los hechos antiguos, sino que los juzgaba y los describía desde su propio punto de vista. Los romanos utilizaron la
historia como instrumento político:
-
para justificar su supremacía sobre los demás pueblos (como Tito Livio)
-
para destacar el protagonismo de las familias dominantes (caso de los
primeros historiadores, los analistas)
-
para criticar a la nobleza romana (como hace Salustio)
-
para defender la propia actuación política (como César)
-
para criticar a un régimen político (que es lo que hizo Tácito)
Emplearon para ello no sólo la selección y presentación de los hechos, sino también la
manifestación de sus opiniones: de manera directa, mediante
intervenciones en primera persona, o indirecta, mediante los abundantes
discursos puestos en boca de sus protagonistas. En una palabra, predomina el
tipo de historiador comprometido políticamente.
II.-FUENTES E INFLUENCIAS
En Roma los documentos más antiguos que podían aportar datos históricos
eran:
Textos públicos:
-
Los archivos de los colegios
sacerdotales. Los
sacerdotes anotaban en registros los acontecimientos más importantes. Por
ejemplo: los Annales pontificum en
los que se consignaban los días fastos y nefastos (laborables y no laborables)
así como los principales acontecimientos, los Libri augurales, etc...
-
Los documentos oficiales: tratados, leyes,
senadoconsultos, listas de los magistrados anuales, los registros del censo,
etc..
Textos privados:
-
Archivos familiares. Las familias patricias tenían
sus propios archivos en los que consignaban los cargos importantes que
desempeñaban sus miembros, así como sus hazañas militares. Eran relatos a
menudo embellecidos o falsificados.
-
Laudationes funebres. Discursos de alabanza a los
difuntos pronunciados por un miembro de la familia el día de los funerales.
Los grandes maestros de los romanos fueron los griegos. El historiador Polibio escribió varios libros sobre la historia de Roma y las
campañas de Escipión. Su método era riguroso: consultaba todas las fuentes y ,
cuando podía, se trasladaba al lugar de los hechos. Su obra sirvió de fuente
para varios historiadores romanos posteriores y les enseñó las dos normas
fundamentales para todo historiador: buscar la verdad y comprender las causas y
las relaciones entre los hechos.
También tomaron los romanos de Tucídides el sentido moral de la historia, así como la reflexión sobre la calidad
moral de los personajes y acontecimientos.
III.- ÉPOCA DE LA REPÚBLICA
Los primeros historiadores romanos
(siglos III y II a.C.) fueron los analistas. Se les llama así por la
palabra latina annales, de annus “año”. Eran relatos de
acontecimientos por orden
cronológico y no por
temas. Los primeros analistas romanos, que escribían en griego y no en latín, se contentaron con narrar los hechos
acaecidos sin establecer relaciones
temáticas o de causa y efecto, entremezclándolos con fábulas y relatos de
prodigios.
El historiador más antiguo en lengua latina fue M. Porcio Catón, llamado “el Censor”. Su obra, hoy perdida, titulada Orígenes se ocupaba
de la historia de Roma y de Italia, desde los tiempos primitivos.
Habría que esperar al siglo I a.C. para encontrar los primeros
historiadores importantes:
JULIO CÉSAR (101-44 a. C.)
Se conservan dos obras de César: La Guerra de las Galias (De bello gallico) y La Guerra Civil (De bello civili). Son “comentarios” basados en sus propios informes de
campaña. Su propósito al escribirlos fue sobre todo político ya que trataba, con la primera, de conseguir una prorrogación de sus
poderes consulares y justificar unas campañas militares que nadie le había
pedido que hiciera y, con la segunda, de exculparse de toda responsabilidad en
la guerra civil, presentando al Senado y a Pompeyo como responsables del
conflicto.
En ambas, César alterna las narraciones
de batallas y las lecciones de estrategia militar con la exposición de su
pensamiento político, muchas veces mediante la inclusión de discursos y
arengas.
César fue un genial propagandista de sí mismo y logró sus propósitos mediante
varios recursos:
-
una narración de aparente simplicidad y objetividad
-
el recurso a la tercera persona para referirse a sí mismo. Nunca habla en
primera persona, “yo”, y así produce un distanciamiento que nos hace olvidar
que está hablando de sí mismo, y por tanto subjetivamente, creando una falsa
ilusión de objetividad.
-
La explicación previa al relato de su propio punto de vista
-
La omisión de detalles que podrían resultarle desfavorables.
Literariamente hablando, se trata de dos obras maestras en las que César
consiguió aunar la precisión y la
elegancia.
SALUSTIO (87-35 a.C.)
Escribió varias monografías históricas. Se conservan
íntegras dos:
La
Conjuración de Catilina: donde analiza los antecedentes, desarrollo y conclusión del intento de
golpe de Estado protagonizado por Catilina el año del consulado de Cicerón (63
a. C.)
La
Guerra de Yugurta: narra la
guerra de Roma contra Yugurta, rey de Numidia, en el Norte de Africa (111-104
a.C.), aprovechando para hacer un análisis de la política romana en esa época.
Salustio, que tuvo como modelo al
historiador griego Tucídides, es el primer gran historiador romano en sentido
estricto. En sus obras adopta una actitud
moralista, que no
concuerda con su propia vida y critica duramente a la sociedad de su época, incluyéndose a sí mismo en sus críticas, aunque luego se
autodisculpa con excusas poco convincentes.
Tiene un estilo muy personal: trata lo
mismo la narración bélica, la descripción geográfica, el retrato psicológico,
el análisis político, la reflexión moral o la confección de discursos; su
estilo es claro, a veces seco, con un lenguaje un poco arcaico, de frase breve,
construida en forma de paralelismos, reforzados por la concisión y la
yuxtaposición. Destacan especialmente los retratos o etopeyas, de gran penetración psicológica y los discursos, que pone en boca de sus personajes, muy trabajados.
IV.- ÉPOCA DEL IMPERIO
El carácter moralizante y político de
la historiografía latina se acentuará a partir del Imperio. Se producirá además
una radicalización política: habrá historiadores adictos al nuevo régimen,
simples aduladores del emperador de turno y enemigos acérrimos de éste. La
censura establecida por los emperadores se encargaría de destruir la obra de
los más críticos. Los mejores historiadores de este período, Tito Livio y
Tácito, tampoco son partidarios del régimen imperial.
Tito Livio escribió su obra durante el reinado de Octavio Augusto, en los primeros
años del Imperio, y ésta es una apología del sistema republicano y de las
antiguas virtudes romanas. Imagen idealizada
de este período.
Tácito escribe en la época de los Antoninos, un período de paz y prosperidad
pero en la que aún estaba vivo el recuerdo de los abusos de la dinastía
Julio-Claudia o de Domiciano. La visión de Tácito será pues mucho más pesimista.
TITO LIVIO (59 a. C.-17 d.C.)
Escribe Ab urbe condita (“desde la fundación de la ciudad”):
una historia general de Roma en 142 libros que abarcaba desde la fundación de
Roma hasta la época de Augusto. Se ha conservado sólo en parte. Es una obra
monumental, en todo el sentido de la palabra.
En esta obra encontramos la defensa de
los mismos valores que Augusto trataba de recuperar: patriotismo, virtud y
moralidad.
Su estilo es periódico, con períodos
densos y simétricos, expresiones antiguas, metáforas abundantes y atrevidas,
comparaciones, discursos frecuentes y bien construidos, descripciones
dramáticas y rica imaginación.
Se le reprocha el que consigne los
hechos fabulosos y prodigios, a menudo sin cuestionarlos, actitud ésta impropia
de un historiador. Tampoco su método histórico es muy riguroso ya que utiliza
como fuentes a historiadores anteriores, algunos de ellos más que discutibles,
sin recurrir a documentos auténticos. A pesar de ello su influencia ha sido
enorme desde la Edad Media hasta la Revolución Francesa.
TÁCITO (55-120 d.C.)
Dejó escrita la historia del siglo I en dos obras que nos han llegado
incompletas:
Annales: abarca desde la muerte de
Augusto hasta la de Nerón (año 68)
Las
Historias: desde el
69 hasta el final de la dinastía Flavia (año 96)
En ambas siguió el procedimiento
expositivo típico de la historiografía romana: exponer los hechos año tras año, alternando la narración de los
acontecimientos internos con la de los externos.
Es un historiador riguroso, quizá sea
el mejor historiador romano, no sólo por su estilo sino también por su buena
documentación, ya que fue un alto funcionario y utilizó a menudo los archivos
imperiales. El gran valor de su obra es que nos da un retrato muy vivo de la
época que describe y un estudio psicológico de los personajes.
2.- LA POESÍA ÉPICA
I.- ORÍGENES Y CARACTERÍSTICAS
DEL GÉNERO
Se entiende por épica aquellas
manifestaciones literarias de carácter narrativo que cuentan con un lenguaje solemne y
majestuoso las hazañas legendarias de héroes
o los orígenes míticos de un pueblo.
La épica surge en las culturas primitivas
vinculada con la tradición oral: son composiciones que se
transmiten oralmente, generalmente con acompañamiento musical y que no tienen
ni un único autor ni un texto fijo.
Sin embargo, llegó un momento en que
algunos de esos cantos fueron puestos por escrito por uno o varios autores que les dieron un tono más homogéneo: ese fue el
caso de las dos grandes epopeyas griegas, la Ilíada y la Odisea,
atribuidas a Homero. Estas dos obras fueron las que más influyeron en la épica
romana y luego en toda la literatura occidental. A partir de estas dos obras la
épica se convierte en un género literario con características bien definidas.
Surge de esta forma el poema épico o épica culta, que dejó de ser una poesía colectiva para convertirse en obra de un único
autor, que escoge el tema y utiliza conscientemente los
recursos estilísticos a su alcance. Se mantuvo el tono grandioso y solemne y
los clichés o frases hechas (como llamar siempre a cada personaje con los
mismos epítetos: “Aquiles el de los pies ligeros”..., “Apolo el que
hiere de lejos”..., etc, que en su origen no eran más que trucos memorísticos
de los rapsodas para rellenar una parte del verso cuando les fallaba la
memoria) fueron imitados por las nuevas generaciones como característica propia
de la épica.
En cuanto a los personajes, la epopeya se
funda en la existencia de un héroe, que al enfrentar una serie de
obstáculos y adversidades, exalta los valores de una nacionalidad.
Dada su extensión, el poema épico tiene
una estructura bien delimitada. Comienza con una proposición (breve enunciación del asunto que ha de tratarse) a la que normalmente
sigue una invocación, en la que el poeta acude a la divinidad para que lo
auxilie en su empresa. Narración es la parte que contiene el
relato de los hechos y en ella se incluyen discursos, descripciones,
exposiciones, símiles y comparaciones.
En lo tocante al estilo épico, es elevado y solemne. La versificación depende de la época y del gusto personal del poeta, si
bien existen metros tradicionalmente épicos, como el hexámetro dactílico.
A este último tipo de poesía pertenecen
todas las obras de carácter épico de la literatura latina. En el origen y
desarrollo del género épico en Roma podemos observar tres características
fundamentales:
-
Influencia homérica: en la
aparición de la poesía épica latina fue decisivo el descubrimiento de la
literatura y de la mitología griegas por parte de los romanos, que habían
conquistado la Magna Grecia. Los dos poemas homéricos son el punto de arranque
de toda la épica occidental.
-
Utilización de la historia nacional como argumento épico: ya desde el principio, de las dos tendencias posibles en el género
épico, el poema de asunto mitológico, helenizante, y la epopeya nacional,
concebida como exaltación de la propia historia, los romanos se inclinaron
preferentemente hacia la segunda. Este hecho se vuelve a constatar en la época
del Imperio. Sólo el genio de Virgilio consiguió armonizar los dos modelos.
-
Influencia de la poesía alejandrina: a comienzos del siglo I a.C. se descubre en Roma a los poetas griegos
del siglo III que, reunidos en Alejandría, habían creado una poesía mitológica
erudita. De la influencia de este tipo de poesía surgen en Roma una serie de
poemas narrativos extensos de tema mitológico, escritos en hexámetros. A este
tipo pertenecen los “epilios” de los neotéricos y, muy especialmente, las Metamorfosis de Ovidio.
II.- ÉPICA ROMANA ARCAICA
Livio Andrónico, poeta tarentino del siglo III a.C., tradujo, o más bien realizó una
versión libre de la Odisea en versos saturnios. Es la primera producción literaria en latín. Esta
obra, que dio a conocer los poemas de Homero en Roma, ejerció una enorme
influencia y fue utilizada en las escuelas.
Nevio fue el autor de la primera epopeya nacional romana que a finales del
siglo III publicó con el título de Bellum Punicum (la guerra púnica) un poema en versos saturnios sobre la primera guerra
púnica en la que había participado personalmente.
Ennio: con él la épica latina se consolida definitivamente. Su poema
Annales es considerada como la epopeya nacional romana hasta
la aparición de la Eneida de Virgilio. Era una obra en 18 libros, de los que
sólo se conservan fragmentos, sobre la historia de Roma hasta su época. Su
importancia en el desarrollo del género es grande, no sólo porque fue el
primero en utilizar el hexámetro sino también porque fue el creador de un
lenguaje épico en Roma. Toda la obra de Ennio contiene un sentimiento típicamente
romano, un gran amor y admiración por Roma y por las hazañas de sus héroes.
III.- LA ÉPICA DE ÉPOCA
AUGUSTEA
A) La “Eneida” de Virgilio
Es la gran obra de Virgilio y el poema épico latino por excelencia.
Narra las aventuras de Eneas, desde la caída de Troya hasta su posterior
asentamiento en Italia y las luchas que le enfrentaron a los pueblos vecinos
que no aceptaban a los troyanos.
La Eneida es al mismo tiempo la más
griega y la más romana de las obras de la literatura en latín. El personaje de
Eneas había “nacido” en la Ilíada y había ido creciendo primero en la épica
griega y luego en la romana. Cuando Virgilio lo toma como héroe de su epopeya,
era ya ampliamente conocida su relación con los fundadores de Roma, a través de
los descendientes de su hijo Iulus Ascanius, primer rey de la mítica Alba Longa
y antepasado de la gens Julia a la
que pertenecía Julio César y el propio Octavio Augusto. Es evidente lo que la
obra tiene de homenaje al emperador. Las características de la obra son:
Caracetrísticas políticas: la Eneida se escribió en la época de Octavio Augusto y coincidió con
el gran proyecto de restauración nacional emprendido por éste, así que:
-
glorifica a la familia de
los Julios, entroncándolos con Eneas y, por tanto, con Marte y Venus.
-
Es el gran poema nacional
romano: Roma necesitaba una obra con la que identificarse y que ensalzara sus
orígenes y su glorioso destino. En todos los pueblos poderosos llega siempre un
momento en que se desarrolla un sentimiento de superioridad respecto al común
de los mortales y se busca la exaltación de los valores nacionales y de la
propia supremacía.
Características literarias:
-
perfecta adaptación del
hexámetro y desarrollo del léxico apropiado.
-
Imitación de la obra de
Homero: la Eneida tiene 12 libros, de ellos seis nos recuerdan la Odisea y
otros seis la Ilíada. A la influencia homérica se debe también la presencia de
los dioses y sus interferencias en la vida humana.
-
Estilo límpido y
perfectamente estructurado
-
Gran dramatismo en los
momentos cumbre.
Características religiosas: Eneas es un hombre prisionero de su deber, la fundación de Roma. Roma
existirá porque los dioses lo han querido y no darán tregua a Eneas hasta
hacerlo llegar a Italia. El glorioso destino de Roma también es la voluntad de
los dioses (tema de la predestinación).
Como obra literaria la Eneida es un poema
de una extraordinaria complejidad. Sin duda Virgilio se inspiró en los poemas
homéricos, pero al mismo tiempo se aproxima a la épica arcaica de Ennio y de
Nevio, que habían ensalzado a los héroes de su historia nacional mezclando
hechos históricos con aspectos legendarios. Virgilio logra unir en el poema el presente y el pasado, la historia y la leyenda con gran
habilidad.
Por otra parte, Virgilio se mantiene en
la Eneida fiel al concepto romano de épica: es un poema nacionalista en el que no sólo Roma sino también Italia forma
parte de los acontecimientos. Junto a la maquinaria mitológica, tomada del
mundo homérico, aparecen en el poema, tratadas con gran respeto, antiguas
creencias y prácticas religiosas, que estaban profundamente ancladas en la
tradición romana. Enaltece los sentimientos de pìedad y religión,
rasgos característicos de la antigua Roma y que Augusto intentaba restaurar.
Desde el punto de vista de la evolución
del género épico, la Eneida se distancia de todos los poemas anteriores: por
primera vez en un poema épico se insertan en la narración recursos y tonos literarios dramáticos y líricos. Virgilio varia el
tono del poema según los momentos y alterna con gran naturalidad la solemnidad
épica con el lirismo más puro y con momentos de fuerte dramatismo.
Construye una obra de gran humanidad; éste es el rasgo más característico de Virgilio: el
poeta canta al hombre que sufre para obedecer su destino y no al guerrero que
combate.
Aunque Virgilio imita a Homero y se
inspira en él, su concepción de la poesía es ya muy distinta. Homero es el
representante de una épica primitiva, pensada
para ser recitada con acompañamiento musical, su intención era
exclusivamente cautivar y entretener. Virgilio, por su parte, es un poeta erudito: su obra es producto de
un intenso estudio de las fuentes y de los modelos tanto griegos como latinos.
Uno de los aspectos más criticados del poema virgiliano es el tratamiento de los personajes, en concreto el de Eneas. Se acusa a Virgilio de crear
un personaje excesivamente frío, atento solamente a la voluntad de los dioses y
con poca vida. Es más un héroe humano que un héroe guerrero como los homéricos.
El segundo personaje en importancia es Dido, Virgilio nos la presenta como una
víctima de los dioses. Es quizá la
figura más lograda de la Eneida y está llena de fuerza y pasión humana.
La Eneida es una obra de extraordinaria perfección estilística y
métrica, aunque su autor pidió en su testamento que se destruyera por
considerarla inacabada. Virgilio es el creador de un lenguaje poético clásico
de extraordinaria perfección formal. Su estilo se caracteriza por la ya
comentada variedad de tonos y por la
cuidada selección de términos: alterna la utilización de
neologismos y de arcaísmos que dan solemnidad al texto. Logró además una perfecta adaptación del hexámetro a la
lengua latina.
B) Las “Metamorfosis” de Ovidio
Ovidio en el género épico nos ha dejado
una obra bellísima, del tipo épico-mitológico:
Las Metamorfosis.
Siguiendo una tradición en la poesía
helenística y romana, reunió en un largo poema, dividido en 15 libros, una
selección de los innumerables mitos en que se contaba algún tipo de transformación,
desde la que dio origen al Cosmos hasta la divinización de César.: mitos tan
conocidos y representados en las diferentes artes como los de Dafne, Narciso,
Aracne, Eco, Ícaro, etc.
Respecto a la épica tradicional,
especialmente la de Virgilio, en esta obra hay una continua confrontación.
Aparentemente le sigue, le imita, pero de hecho consigue un efecto que es una
consciente negación del estilo
virgiliano, su antítesis incluso.
Los
dioses en Ovidio son más sensuales y frívolos que los hombres, en la línea
de la tradición alejandrina. Están totalmente
humanizados y tratados en ocasiones con ironía: las situaciones en que se
encuentran contrastan con su supuesta majestad. También aquí se separa de
Virgilio, cuyos dioses tenían móviles más elevados al actuar. La metamorfosis
es a veces fruto de su cruel venganza y sus acciones se ven como injustas.
El
análisis psicológico de los personajes es también un rasgo de la nueva
épica que ya se había iniciado con Virgilio: en este sentido son característicos
los monólogos.
El amor es el gran protagonista, el móvil
de todos los seres.
El estilo de Ovidio en las Metamorfosis
es ya barroco en su elaboración retórica.
Produce un efecto de fluidez, cambiante como el tema. El resultado tiene
armonía y brillantez. En la sintaxis y el léxico ya no usa arcaísmos, sino que
innova en la creación de términos, en construcciones...
VI.- LA ÉPICA NERONIANA: LUCANO
La única obra de Lucano que se nos ha
conservado es La Farsalia, poema épico-histórico
en hexámetros que tiene como tema principal la guerra civil entre César y
Pompeyo. La obra se compone de 10 libros. El poema está inconcluso y su
redacción se vio interrumpida en el libro X por la muerte de su autor.
El poema es exclusivamente histórico.
Renuncia totalmente a los elementos míticos tradicionales y coincide en algunos
aspectos con la historia romana, como por ejemplo, en el pesimismo, que va
aumentando a medida que la obra avanza y que era tan típico de los
historiadores desde Salustio hasta Tácito; también en las descripciones
geográficas, los discursos para caracterizar indirectamente a los personajes,
etc.
En general, es una obra anticlásica. Como ya ocurría en cierto
modo en Ovidio, hay una contraposición a Virgilio, el modelo inevitable. Los
cambios respecto a la tradición son fundamentalmente los siguientes:
-
el ya comentado cambio temático. El poema es
exclusivamente histórico. Renuncia a los elementos míticos tradicionales. La
épica había celebrado hasta entonces los orígenes y la grandeza de Roma: Lucano
canta la disolución y el fin. Los romanos la han llevado hasta ese punto con la
corrupción y la discordia.
-
La ausencia de dioses y de aparato
mitológico. Lucano destierra completamente a los dioses de su obra. Estos no
tienen ninguna incidencia en el desarrollo de la acción. En el centro del poema
está el hombre responsable único de sus actos.
-
Al no poder explicarse los
acontecimientos por intervención divina los hechos se explican de forma racional. Las causas de la guerra
civil fueron minuciosamente analizadas.
-
El poema está dedicado a
Nerón. Es él y no Apolo o las Musas su
inspirador.
-
También rompe la tradición
virgiliana el hecho de que la Farsalia no
tenga un héroe unívoco. Hay tres
figuras en la obra con entidad suficiente para ser considerados héroes: César,
Pompeyo y Catón, pero Lucano no se inclina con claridad por ninguno de ellos.
El
estilo es retórico, que es
manifiesta con diversos procedimientos: amplificaciones, repetición de ideas,
aliteraciones, quiasmos, etc. Utiliza con frecuencia descripciones coloristas y
discursos artísticamente elaborados, así como sentencias y frases lapidarias
que se han convertido en citas célebres. Es un estilo dificil, usando palabras
corrientes pero con significados no usuales.
3.- EL TEATRO ROMANO
I.- ORÍGENES DEL TEATRO ROMANO
Como elementos originarios del teatro romano debemos tener en cuenta los
siguientes:
-
los “versos fescenninos”: eran versos de carácter burlesco, en forma de
diálogo, que se improvisaban con ocasión de una boda, del fin de la cosecha o
de otras celebraciones. Su nombre se debe a una ciudad de Etruria, Fescennium,
por lo que no son latinos autóctonos.
-
La fabula Atellana: especie de drama improvisado, con personajes fijos
que se identificaban por medio de máscaras: Maccus
(el tonto), Bucco (el bocazas), Pappus (el abuelo), Dossenus (el jorobado) y Sannio
(el truhán). Tampoco es de origen latino, pues procedía de la ciudad osca
de Atella.
-
La tradición popular de danzas imitativas para invocar a la
divinidad y alejar cualquier peligro, y los cantos burlescos de los soldados en los triunfos de sus generales.
-
Danzas etruscas bailadas por actores
profesionales al son de la flauta (histriones).
-
Las saturae (“ensalada”): espectáculos de “variedades”, compuestos de canciones,
danzas y breves cuadros escénicos. Los jóvenes romanos realizaban este tipo de
representaciones mucho antes de la llegada a Roma de los histriones etruscos.
-
A todos estos antecedentes
vino a sumarse el hecho de que los romanos, al introducirse en la Magna Grecia,
tuvieron la oportunidad de entrar en contacto con el teatro griego.
II.- LA INFLUENCIA GRIEGA
El origen del teatro y de las
representaciones dramáticas regladas debe vincularse a la helenización general
de la cultura romana tras la primera guerra púnica. El teatro es el más claro
ejemplo, aunque no el único, de esta habilidad de la civilización romana para
apropiarse de manifestaciones artísticas de otros pueblos impregnándolas de su
propio espíritu.
Las primeras obras teatrales
romanas no fueron más que traducciones
de obras griegas, pero más adelante dejaron de serlo, aunque sin llegar nunca a
convertirse en obras realmente originales. Se tomaban temas de obras griegas: en la comedia, intrigas, amores, jóvenes
casquivanos, uniones ilegítimas, niños expósitos, raptos, reconocimientos tras
largas separaciones, etc; en la tragedia, los conocidos temas protagonizados
por héroes y dioses que se encuentran en Esquilo, Sófocles y Eurípides.
Se conservaba incluso el ambiente griego, reflejado sobre todo
en los nombres de los personajes, las ropas usadas, el vocabulario lleno de
helenismos y las frecuentes alusiones a la mitología.
Por lo general, los
autores romanos no calcaban las obras griegas, sino que se valían de la técnica
conocida como contaminatio, es
decir, de la superposición de una obra griega a otra (ya mezclando las dos, ya
tomando una como base y añadiéndole algunas variantes tomadas de la otra). No
se trata, por tanto, de simples traducciones.
Los autores romanos
prescinden de algunas características del teatro griego y añaden otras nuevas:
-
cambian los metros
poéticos
-
dan mayor importancia al
acompañamiento musical
-
suprimen el coro, que tan
destacado papel jugaba en las obras griegas
-
tratan por lo general los
temas con más sencillez
-
emplean en la comedia un
humor más directo, introduciendo chistes claramente romanos y alusiones a las
costumbres de Roma
-
añaden escenas y
personajes que no aparecen en los originales griegos.
Por tanto, llegamos a la conclusión de que no son en absoluto copias
serviles, sino el producto de una imitación
creadora, algo semejante a lo que en la actual terminología teatral se
denominaría “adaptación libre” de una obra.
III.- CONCEPCIÓN DEL TEATRO EN ROMA
Gran parte de las representaciones en Roma
tuvieron un carácter ritual de
invocación a los dioses; no sólo fue religioso su origen, sino que incluso
llegaron a formar parte del culto. Por otro lado, algunos rasgos indican que
muy pronto se convirtieron en un espectáculo
público más.
El espectáculo teatral no se concebía
como destinado a interpretarse indefinidamente, sino que se veía como algo efímero, pues las obras se
representaban generalmente una sola vez.
Es digno de ser destacado su carácter eminentemente popular. Las
obras se adaptaban perfectamente al público: la gente se entretenía con el
teatro, por ser el único género literario que reflejaba la vida diaria, y por
eso los ediles se servían de ellas para obtener el apoyo de sus futuros
electores y favorecer así su carrera política. El teatro contaba en Roma con
subvención estatal y era supervisado oficialmente.
IV.- TIPOS Y SUBGÉNEROS DEL TEATRO ROMANO
En la denominación que la literatura
latina utiliza para las obras dramáticas no se habla de tragedias y comedias;
el término habitualmente utilizado para cualquier tipo de representación es “fabula”. La distinción entre unas
formas dramáticas y otras se basa más bien en el origen del asunto tratado y en
la caracterización de los personajes en escena:
En la tragedia se tratan casi siempre
temas relacionados con la mitología, cuyos protagonistas son dioses y héroes y
en los que el destino juega un destacado papel. Su tono es solemne y su
lenguaje elevado.
En la comedia se tratan temas de la vida
cotidiana, protagonizados por el hombre de la calle, lo que da pie para el
empleo de un lenguaje desenfadado e incluso grosero.
En Roma se diferencian cuatro tipos o
subgéneros, pues junto a la tragedia y la comedia de clara influencia griega se
fueron desarrollando la tragedia y, sobre todo, la comedia con personajes y
argumentos genuinamente romanos. Así, existen:
-
Fabula cothurnata: tragedia de
argumento griego; se caracterizaba porque los
actores usaban el
“coturno” o bota alta, característica de los actores trágicos
griegos.
-
Fabula praetexta: tragedia de
argumento romano. Toma el nombre de la “toga praetexta”, vestidura blanca con
banda púrpura que llevaban los actores que la representaban; su carácter
típicamente romano y también solemne (la llevaban los altos magistrados en las
ceremonias) resultaba muy apropiado para relacionarla con la tragedia de asunto
romano.
-
Fabula palliata: comedia de
ambiente griego e inspirada en obras de autores griegos. Recibía este nombre
porque los actores se cubrían con el “pallium” o manto griego.
-
Fabula togata: comedia sobre temas y
personajes romanos. Los actores vestían la toga, prenda que vestían los
ciudadanos comunes en Roma.
En el siglo I a.C. se puso de moda, sin
llegar a arraigar, otro tipo de obra teatral, un drama que reflejaba el
ambiente de la clase media romana y que se denominó fabula trabeata ( por la “trabea”, vestido de los equites o
caballeros).
También seguía representándose la
primitiva Atellana, que gozaba del
favor del público sencillo, así como el mimo,
representación más grosera en la que tenía cabida la más directa crítica
política e individual.
Argumento y tipos de personajes
En la tragedia los personajes son héroes
y heroínas, dioses y diosas, reyes y reinas, soldados. Son personas importantes
para historias importantes, heroicas. Los argumentos de la tragedia son
variados. En Roma se prefiere el tema troyano: la guerra de Troya y los
avatares de sus protagonistas. Existe, además, una tendencia hacia lo horrible,
propia del pueblo romano. Se eligen las historias más truculentas y
sangrientas. También hay una tendencia hacia el melodrama. Se exagera lo
sentimental y lo patético.
Por su parte, en la comedia hay que
distinguir entre los subgéneros que utilizan el argumento complejo y los que
simple. En los primeros (palliata y togata) los argumentos repiten los mismos
esquemas, según un tipo de comedia que podemos considerar costumbrista y
burguesa. Llama la atención que el protagonista suele ser un esclavo y abundan
otros personajes de la baja sociedad como las prostitutas, alcahuetas, los
cocineros o los parásitos, que se mezclan con hombres libres y su esposa y
joven hijo. Más o menos el argumento que podemos encontrar es el siguiente: un
joven está enamorado de una joven, generalmente prostituta, descarada y
esclava, y quiere conseguirla pero carece del dinero suficiente para tenerla;
un esclavo es muy astuto y se las ingenia para ayudar a su joven amo, a costa
de su viejo amo y demás personajes a engañar; un anciano, cansado de su esposa,
trata de controlar los ataques libertinos de su hijo, pero acaba en bastantes
ocasiones mezclándose en los “líos de faldas” y siempre burlado; un asqueroso o
una asquerosa comerciante de mujeres constantemente se opone al desenlace feliz
de la intriga, obstaculizando el amor entre los jóvenes; un soldado, que suele
ser un chulo, con dinero, intenta perjudicar al joven enamorado.
El mimo utiliza argumentos parecidos a
las comedias palliata y togata pero simplificándolos e innova en lo que son
temas políticos y crítica personal. Incide especialmente en historias eróticas
y violentas. La comedia gira en torno a un protagonista, que suele ser el
parásito o el estúpido.
Estructura
Tragedia y comedia son de estructura
cerrada. Las obras están divididas en partes fijas. La parte más amplia se
suele conocer como acto y éste se
subdivide en escenas.
La tragedia en Roma no innova en cuanto a
la estructura griega. Por tanto, a las partes dialogadas se suceden las partes
entonadas por el coro. Cada una de estas partes dialogadas es lo que podemos
entender como un acto de la obra, hasta un total de cinco.
La comedia sí innova y, aunque se suele
dividir en las ediciones en cinco actos, el coro griego ha desaparecido.
Entonces la acción se desarrolla ininterrumpidamente con alternancia entre
partes dialogadas y partes entonadas y cantadas.
Lengua, estilo y otros recursos teatrales
El lenguaje de la tragedia se parece más
al de la épica que el de la comedia. El de ésta es muy coloquial y hasta
vulgar. La tragedia habla con grandes palabras, con un estilo sublime, por
encima de lo normal. Sus formas no son cotidianas. El texto está marcado por el
retoricismo y queda atrapado “técnicamente” por éste tanto en la forma como en
el fondo. El efecto es bastante artificial para nosotros, pero muy del gusto de
aquellos tiempos. La comedia también tiene sus elementos técnicos, pero
distintos y con otras finalidades. Así, los actores hacen paréntesis para
hablar con el público, se juega con los equívocos, con los sonidos y las
palabras; o aparecen groserías y obscenidades.
Métrica
El teatro latino siempre es en verso. La métrica es variada. Abunda
el llamado senario yámbico. En la
comedia la métrica es relajada y ágil. El parecido a la lengua de la calle hace
que apenas se pueda distinguir la estructura métrica de sus versos.
Finalidades
En la tragedia se pretende conmover al
espectador y ofrecer valores ejemplares. Los personajes son modelos de maldad o
de bondad, con sus luchas y contradicciones, y sufren los castigos y
recompensas divinas de sus acciones. En la variante praetexta se añade el
patriotismo y la intención política. La comedia, por su parte, tiene intención
moral y ejemplarizante, aunque suele ser más importante hacer reír y pasar un
rato agradable. El mimo, sin embargo, se aparta de la ejemplaridad y la moral.
V.- LOS PRINCIPALES AUTORES DE TEATRO ROMANOS
A)
En primer lugar hablaremos
de tres autores primitivos que cultivaron tanto
la
tragedia como la comedia:
El primer autor teatral del que tenemos noticia es LIVIO ANDRÓNICO. A él
acudieron
los ediles del año 240 a.C. para que tradujera al latín una comedia y una
tragedia griegas con destino a los ludi Romani (ésta es, pues, la primera representación
de verdadero teatro que se realizó en lengua latina).
Cinco años después se presentaron por
primera vez obras de un latino, NEVIO.
Escribió fabulas palliatae (comedias de asunto griego), pero introduciendo en
algunas un perfecto reflejo del ambiente
de la clase media romana, por lo que se le puede considerar el creador de la
fabula togata (comedia de asunto romano). Escribió también fabulas praetextae
basadas en las leyendas y en la historia de Roma.
ENNIO
es algo posterior. Adaptó al latín numerosas tragedias griegas y escribió
también dos praetextae. En la comedia se contentó con escribir palliatae, sin
introducir nunca temas romanos.
B)
A partir de Ennio todos
los autores teatrales se especializan
como cómicos o
como
trágicos. En lo que se refiere a la comedia
hay dos que destacan entre todos: Plauto y Terencio.
PLAUTO ( 255 a.C.- 189 a. C.)
Desarrolló su actividad literaria hacia
el año 200 a.C. De él se conservan 21 comedias bastante completas, todas ellas palliatae, con temas tomados de obras
griegas. Algunos títulos son, entre otros:
Aulularia (Comedia
de la olla), Captivi (los
cautivos), Miles Gloriosus (el
soldado fanfarrón), Pseudolus
(el tramposo), Asinaria
(Comedia de los asnos), etc...
Al principio de sus obras salía un actor
a recitar el prólogo que explicaba
al público el argumento y, de paso, le daba algunos consejos para que no se
interrumpiera la representación, con la intención de tratar de conseguir su
favor (captatio benevolentiae). Es pronunciado ya por divinidades o
figuras alegóricas, ya por personajes anónimos o por actores.
La mayoría de sus obras son “comedias de enredo”, con múltiples
complicaciones y situaciones cómicas. Las hay basadas en el equívoco o cambio
de personas, otras basadas en el “reconocimiento”, es decir, en el
descubrimiento del verdadero origen y condición de determinados personajes;
farsas cómicas, comedias de caracteres, etc...
Aunque sus comedias son palliatae, Plauto
no olvida que su público es romano y por eso recurre continuamente a palabras vulgares o a simples chistes, extraídos del lenguaje de la
calle. Alude con frecuencia a costumbres
e instituciones latinas e incluso a sucesos contemporáneos, satirizando a personajes tópicos con
cuyo ridículo disfrutaba el público sencillo. Así, sus comedias están llenas de
espontaneidad y viveza, demostrando
el profundo conocimiento que tenía de sus compatriotas a los que sabía retratar
como nadie. También hay que destacar su gran
talento poético y el extraordinario sentido
del ritmo que se refleja en sus versos.
TERENCIO (190 ¿?-159 a.C.)
Escribió : La Andriana, El
eunuco, La suegra, El que se castiga a sí mismo, Los
hermanos.
Es un autor diferente de Plauto: Terencio
es más sensible, más refinado y reflexivo, más helenizado,
pero menos divertido y vivaz. Su
lenguaje, más cuidado y elegante que
el de Plauto, no tiene la originalidad del de éste. Recurre también a la contaminatio y construye sus comedias con mayor habilidad.
Los personajes son igualmente los tipos convencionales, aunque intenta darles
unos rasgos personales, una mayor
penetración psicológica y un comportamiento ejemplar. Sus comedias son ya
dramas burgueses en los que cobran mayor importancia los sentimientos y el
humanismo. Tiene en el fondo una intención
moralizante.
C)
En cuanto a la tragedia destacan tres autores, dos de
ellos de esta primera época
del
teatro en la que vivieron los grandes cómicos: PACUVIO y ACIO (época de la
República) y el otro muy posterior: SÉNECA (época del Imperio)
SÉNECA (1 ¿ a.C.-65 d.C.)
Sintió gran afición por el teatro y escribió tragedias, no destinadas a
su representación, sino a ser leídas.
Se conservan diez tragedias, de las cuales
nueve son de tema griego, inspiradas en obras de Esquilo, Sófocles y sobre todo
Eurípides: Agamenón, Edipo, Hércules enfurecido, Las
Troyanas, Medea, Fedra.
El interés de su obra se centra en el alma
humana, víctima de la pasión. Destierra completamente la influencia de los
dioses: el hombre es dueño de su destino. En ellas se reflejan sus ideas filosóficas y su moral estoica, con lo que su estilo
resulta excesivamente retórico. Los parlamentos son a veces
muy largos y otras muy rápidos, no tienen acción, sino que se limitan a
presentar los acontecimientos desde varios ángulos. Gusta también del patetismo
y del efectismo, a veces recargado.
POESÍA LÍRICA
I.- CARACTERÍSTICAS DEL GÉNERO
Etimológicamente el término poesía lírica significa “poesía para ser cantada con el
acompañamiento de una lira”. Esto era así en Grecia, en donde surge este género
poético, y en este sentido se habla de los líricos griegos (Safo, Alceo, Píndaro, etc.). En
la literatura latina, sin embargo, la poesía lírica no fue jamás cantada, ni tan siquiera
recitada con acompañamiento de lira.
Pero lo que sí tiene en Roma esta poesía, permitiendo que se le dé con justicia el
nombre de lírica, son las otras dos características que tenía ya en Grecia: su carácter
subjetivo, puesto que en ella el poeta vierte sus experiencias personales (especialmente
amorosas), y el empleo de una gran variedad de metros y estrofas, basados
generalmente en el número de sílabas, más que en la alternancia de largas y breves.
El cultivo de la poesía lírica se inicia en Roma bastante tarde, en comparación con
otros géneros poéticos. Esto se debe a que, para que florezca este tipo de poesía
intimista, hace falta que se produzca un enrarecimiento de la vida política y social que
aparte a los ciudadanos de los grandes ideales patrióticos (impulsores por ejemplo de la
épica) y los lleve a encerrarse en la esfera de lo privado. Estas circunstancias empezaron
a darse en Roma a finales del siglo II a. C. y es entonces cuando surgen los primeros
poetas propiamente líricos, los agrupados en el llamado círculo de Lutacio Cátulo. De
la obra de estos poetas se conservan escasos fragmentos, de tema erótico y en metros
muy diversos; no parecen ser de mucha calidad, pero tienen el valor de ser los
precursores del género.
En el segundo tercio del siglo I a. C. surge en Roma una corriente literaria que
rechaza la poesía tradicional, solemne y de carácter objetivo, para inclinarse por una
poesía más subjetiva. Estos poetas son los llamados poetae novi o neotéricos y que se
caracterizan por su desmedida admiración por los poetas griegos, sobre todo los
alejandrinos, a los que toman por modelos. Sus poemas son breves y muy cuidados, y
en ellos predomina la búsqueda de la belleza formal, por medio de la selección y la
colocación artística de las palabras, la perfección métrica, etc. Entre estos poetas
destaca, muy por encima de todos, Catulo.
II.- CATULO ( 87-54 a. C.)
Catulo fue el verdadero creador de la lírica romana. El primer autor que, educado en
la admiración por los líricos griegos, supo apoderarse de su espíritu y de su técnica para
volcar su apasionado temperamento romano. El resultado es el libro de poemas latinos
que mejor ha aguantado el paso del tiempo; el más cercano a la poética actual.
Su obra lírica, tal como nos ha llegado, consta de 116 poemas (Carmina),
ordenados en tres secciones, no cronológicamente, sino desde el punto de vista métrico
y de contenido general:
* 1-60: Son los que el propio poeta llama nugae (bagatelas), pero impropiamente,
ya que hay poemas de profundo sentimiento y elevada inspiración. Están compuestos en
metros variados y tratan de temas diversos de la vida cotidiana.
* 61-68: Son los poemas doctos o eruditos, de los que algunos estudiosos piensan
que pertenecen a la juventud del poeta, cuando más influido estaba por los poetas
alejandrinos. Abunda en ellos el tema mitológico y son los más largos de su producción
(Bodas de Tetis y Peleo, La Cabellera de Berenice...)
* 69-116: los últimos 48 poemas son epigramas en dísticos elegíacos; su contenido
es el mismo del primer bloque: temas de la vida diaria.
Aparte de esta división desde el punto de vista formal, entre los poemas de los
bloques primero y tercero se destaca el numeroso grupo de los poemas amorosos, los
más inspirados de la colección. Catulo vivió unos amores tempestuosos con Clodia, una
dama romana de vida poco ejemplar y a la que cantó bajo el nombre de Lesbia. En estos
poemas pueden seguirse los altibajos de estos amores: desde una primera etapa de
exaltación jubilosa hasta el momento en que llegan los malentendidos y las
infidelidades y, finalmente, la ruptura total, con el consiguiente poso de amargura. El
dolor del amor perdido y la tortura de ver cómo la mujer amada se entregaba al más
absoluto desenfreno le inspiraron los más hermosos versos de amor de la literatura
latina.
En él por primera vez (luego lo seguirán los elegíacos) se admite el amor, la pasión,
el deseo y su satisfacción como elementos capaces de crear lazos morales, derechos y
deberes entre dos personas, frente a la tradición romana que admitía la piedad filial y
paterna, los deberes de los esposos y el respeto mutuo, pero ocultaba como inconfesable
el amor carnal.
La lengua de Catulo es una mezcla de elementos cultos y populares, con abundancia
de diminutivos y una constante búsqueda de la perfección. Introduce además en la
poesía latina nuevos ritmos, tomados de la lírica griega y que luego perfeccionó
Horacio.
III.- HORACIO (65-8 a.C.) : “ODAS”
Las “Odas” constituyen la parte más propiamente lírica de la obra de Horacio, y son
las que lo consagran como gran poeta lírico. En una de ellas, él mismo se ufana de ser el
primero en adaptar los versos líricos griegos a las maneras itálicas. Constituyen la obra
cumbre de la lírica latina. Horacio tiene conciencia de que sus Odas son lo mejor de su
obra y afirma que serán más duraderas que el bronce.
Forman cuatro libros con un total de 104 odas. Son éstas pequeñas piezas de temas
variados y con destinatarios igualmente diversos: canta a sus amigos, a la grandeza de
Roma y de Augusto (“odas nacionales”), pronostica su superioridad y fama como
escritor, transmite los ideales de su filosofía epicúrea, recrea mitos, alude a sus
maestros, los líricos griegos (Alceo, Safo, Anacreonte), nos cuenta episodios
autobiográficos... Todo ello expresado en una gran variedad de tipos de verso y estrofa
y con una composición y ordenación muy elaborada y sabia.
Horacio se caracteriza por la perfección del estilo, ya que nada deja a la
improvisación, sino que cada palabra y cada verso está integrado en una estructura
perfecta, calculada al milímetro. No tienen sus versos los desgarradores acentos de
Catulo, pero sí una belleza plástica inigualable y un sentido de la vida más filosófico e
irónico. La misma moderación y comedimiento de los que Horacio hacía gala en sus
poemas satíricos los encontramos de nuevo en las odas: imperan ideas como la aurea
mediocritas, beatus ille, tempus irreparabile fugit o el carpe diem: debemos rehuir los
excesos y las ambiciones y buscar siempre la justa medida, así como disfrutar del
momento presente y sus pequeños placeres.
Horacio fue el autor antiguo que más influyó en los poetas del Renacimiento (como
los españoles Garcilaso de la Vega y Fray Luis de León).
LA ELEGÍA ROMANA
I.- ORÍGENES Y DESARROLLO DEL CONCEPTO DE ELEGÍA
El término elegía evoca en la actualidad un tipo de poesía de asunto triste, pero en la
literatura romana no tenía siempre ese contenido. Lo que caracteriza a la elegía romana
y la hace original es la expresión de sentimientos personales e incluso
autobiográficos. El amor ocupa una parte importante de ese contenido. El poeta
elegíaco narra con frecuencia su propia experiencia amorosa, que en algunos casos es
desgraciada. De ahí que el dolor y el sufrimiento estén también presentes en la elegía.
En Grecia la elegía tuvo un carácter menos personal y más objetivo. En su origen
era un canto de lamentación fúnebre, pero después dio cabida a temas muy diversos:
exhortaciones al combate, normas de comportamiento político o, ya en época
helenística, narraciones mitológicas de contenido amoroso. Los poetas alejandrinos del
siglo III a. C. componen elegías de tema amoroso pero no personal. Este tipo de elegías
pasa a Roma con los poetas neotéricos: la “cabellera de Berenice” de Catulo, escrito en
dísticos elegíacos, constituye el modelo exacto de lo que era la elegía alejandrina.
En Roma encontramos una elegía predominantemente subjetiva y amorosa,
aunque con restos de esos elementos presentes en la elegía griega, en la que tiene su
origen.
Lo que verdaderamente definía a la poesía elegíaca, tanto griega como romana, y le
prestaba unidad como género (o subgénero) literario por encima de la diversidad de
temas era, indudablemente, su métrica: la combinación del hexámetro y del pentámetro
dactílicos, que constituye una pequeña estrofa, típica de la elegía, llamada dístico
elegíaco.
Va a ser en época de Augusto cuando surgirá la gran elegía romana, con el metro
elegíaco tradicional, pero con una característica diferenciadora: es una elegía de tema
amoroso personal; y con su último gran representante, Ovidio, surgirá la elegía
dolorosa, que pasará luego a ser exclusiva en el concepto moderno del género.
Pero tanto la elegía amorosa personal, como la de tipo doloroso, están ya
prefiguradas en CATULO. Además de elegías de tipo alejandrino, escribe en dísticos
elegíacos poemas de amor; y compone, sobre todo, su poema 68, que puede
considerarse ya una gran elegía, donde se mezclan diversos elementos propios del
género: consolación a un amigo, dolor por la muerte de un hermano y por las traiciones
de la mujer amada, junto a una narración mítica aplicada a su propio caso personal.
Puede decirse que Catulo es, además del primer gran lírico, el primer gran elegíaco
romano.
Sin embargo, la gran poesía elegíaca florecerá y cristalizará en la época de
Augusto con cuatro grandes figuras: GALO, TIBULO, PROPERCIO y OVIDIO.
II.- PRINCIPALES AUTORES ELEGÍACOS
Es posible que el inventor de la elegía romana, es decir, el primero en dotarla de
contenido personal fuese Cornelio GALO. Compuso cuatro libros de elegías dedicadas
a su amada Licoris pero se han perdido todos ellos, pero en unos versos de Virgilio que
hacen alusión a Galo podemos deducir que el contenido de sus elegías era sentimental y
subjetivo.
A TIBULO se le atribuyen tres libros de elegías de los que sólo dos (el I y el II) son
indiscutiblemente suyos. El I se dedica al amor, perdido, de Delia; en el II la amada es
otra, Némesis. La expresión sincera del sentimiento amoroso, el gusto por el campo y la
naturaleza y la actitud antimilitarista son los rasgos que lo caracterizan.
PROPERCIO, protegido por Mecenas, entró a formar parte de su círculo literario y
se integró en la vida de la gran sociedad romana. Así conoció a la Cintia de sus poemas,
con la que vivió un amor apasionado que a menudo fue para él una auténtica tortura, y
con la que acabó rompiendo. Esta relación amorosa es el motivo predominante del
primero de sus cuatro libros de elegías. Deseos insatisfechos, celos, lances
amorosos....son algunos de los temas de este libro que Propercio expone con auténtica
emoción y con un dramatismo y apasionamiento muy alejados de la suavidad de Tibulo.
Además gusta de revestir sus sentimientos de erudición mitológica. El libro IV contiene
elegías patrióticas con las que Propercio se pone al servicio de las ideas de restauración
nacional que predominaban en el círculo de Mecenas.
III.- OVIDIO
La producción de Ovidio es difícil de clasificar en géneros literarios determinados,
ya que la mayoría de sus obras participan de más de un género. En este tema nos
interesan sus obras elegíacas, pero también éstas son encuadrables en otros géneros. Las
elegías de Ovidio son de dos tipos y pertenecen a dos períodos distintos de su vida: en
su juventud escribió elegías “amorosas” como Tibulo y Propercio; en su madurez, desde
el destierro, escribió elegías “dolorosas”, inaugurando en la literatura latina este
contenido, que va a imponerse luego como el contenido propio del género, y así
entenderemos en la actualidad la elegía.
A) Elegía amorosa: el propio Ovidio se considera cronológicamente el cuarto poeta
elegíaco latino, después de Galo, Tibulo y Propercio. Como ellos, escribió en su
juventud poesía amorosa, que le proporcionó fama y prestigio en la alta sociedad
romana. La producción de este período es la siguiente:
- Amores: en tres libros. Canta sus amores con diversas damas y tiene también,
como sus predecesores, una musa especial, a la que llama Corina. Pero da la
impresión de que se trata de una ficción del poeta, sin correspondencia en la
realidad. Las elegías amorosas de Ovidio son brillantes y llenas de ingenio y
facilidad en la composición, pero superficiales. Su mayor valor consiste en
habernos brindado preciosas noticias sobre la vida mundana y galante de esta
época.
- Ars Amandi (el arte de amar): en tres libros. Esta obra podría encuadrarse en el
género de la poesía didáctica, pero la tratamos aquí por su temática y su métrica.
Los dos primeros libros, dirigidos a los hombres, les instruyen con todo detalle
sobre la manera de conquistar y retener el favor de las mujeres. A estas últimas
se dirige en el libro III, dándoles consejos sobre el arte de seducir a los hombres.
- Remedia amoris (los remedios del amor): es una especie de antídoto contra el
veneno de la obra anterior. En unos 800 versos defiende el poeta que, para el
enamorado sin esperanza, el mejor remedio es enamorase de otra persona.
- Medicamina faciei femineae (cosméticos para el rostro femenino): es un
pequeño poema sobre cosmética, sobre el modo de mantener la piel fresca y
atractiva.
B) Elegía dolorosa: Son los poemas desgarradores que Ovidio escribe desde el
destierro y que constituyen el contrapunto de sus frívolos poemas de juventud. Dos son
las colecciones de estas elegías:
- Tristia (tristezas): en cinco libros. En ellos Ovidio nos narra su despedida de
Roma y su triste exilio. Es un intento de justificar sus errores pasados, causantes
de su lamentable situación; elogios desmedidos a Augusto para conseguir que le
levante el destierro; explosiones constantes de dolor y de amargura,
incrementados por el salvaje y lejano lugar del destierro, que describe con tintes
sombríos.
- Epistulae ex Ponto (cartas desde el Ponto o “Pónticas”): son cuatro libros en
forma de cartas, escritos también en dísticos elegíacos. En ellos hay lisonjas al
emperador, súplicas a su esposa y recomendaciones a sus amigos, destinadas a
conseguir el regreso a Roma.
Una vez que te hayas estudiado el tema, debes responder a las siguientes
preguntas:
1.- Rasgos fundamentales del género lírico
2.- Tema de la siguiente obra:
Catulli Carmina de Catulo.
3.- Enumerar tres obras de Ovidio y Horacio.
4.- Indicar tres obras de género lírico de tres autores diferentes.
5.- Tres tópicos literarios de la poesía de Horacio
5.- LA ORATORIA ROMANA
I.-
CARACTERÍSTICAS DEL GÉNERO: ORATORIA Y RETÓRICA.
El “arte de hablar en público” se denomina
oratoria, y al que lo ejercía, orator
; un discurso, del tipo que fuera (político, judicial, fúnebre, etc) recibía el
nombre de oratio. El dominio de este “arte” se llamaba eloquentia.
La teoría en que se basaba, aprendida y adaptada de los griegos, se llamaba rhetorica
(del griego rhetor, orador). Las
escuelas en que se estudiaba,
equivalentes a nuestras universidades, se llamaban “escuelas de retórica”.
El arte de utilizar la palabra en público con corrección y belleza, sirviéndose
de ella al mismo tiempo para agradar y
persuadir, tuvo en Roma un uso temprano y prolongado. Favorecía su
desarrollo el sistema político de la República basado en la consulta popular,
y, de hecho, se mantuvo vivo y con fuerza mientras la constitución republicana
subsistió; una vez que se imponen formas de gobierno basadas en el poder
personal, la oratoria, carente del ambiente de libertad que necesita, languidece
y se transforma en un puro ejercicio de retórica.
La oratoria impregnaba gran parte de la vida pública y su valor era reconocido
en los tribunales (discursos judiciales), en el foro (discursos políticos) y en
algunas manifestaciones religiosas (elogios fúnebres). El pueblo romano,
extraordinariamente aficionado a los discursos, sabía valorar y aplaudir a los
oradores brillantes, e intervenía en las discusiones entre las distintas
escuelas y tendencias.
La oratoria comienza a practicarse en
época muy temprana: el primer discurso del que tenemos constancia es el
pronunciado por Apio Claudio el Ciego, con motivo de la guerra contra Pirro.
Durante estos primeros años la oratoria se desarrolla teniendo como elemento
fundamental la improvisación delante
de un auditorio, sólo bastante más tarde, cuando se tiene conciencia de su
valor literario, empieza a fijarse por escrito, convirtiéndose así en género.
Dejando a un lado su decisiva importancia
en la vida política de Roma, el “arte del bien hablar” se convierte también en
un instrumento educativo de primera
magnitud y en la principal causa del desarrollo
de la prosa latina, ya que pronto, a la pura actividad oratoria en el foro
y en las asambleas, sucede la reflexión
teórica sobre la misma, desarrollándose entonces una disciplina nueva en
Roma, la retórica, que había surgido
en Grecia en el siglo V a.C. como una sistematización de técnicas y
procedimientos expositivos necesarios para el orador.
Como en todas las manifestaciones
culturales, en la evolución de la oratoria y, muy especialmente, de la retórica
tiene una importancia decisiva la progresiva helenización de la vida
romana a partir del siglo II a. C. Es éste un momento en el que, frente a
los continuos éxitos en política exterior, comienzan a manifestarse en el
interior de la ciudad los enfrentamientos y contradicciones que van a
desembocar en las guerras civiles del último siglo de la República. Es la época
de los Escipiones, de Catón y de los Gracos; por primera vez en un ambiente de
libertad se enfrentan y se contrastan distintas maneras de entender el papel de
Roma en el mundo, lo que estimula el desarrollo tanto de la elocuencia como de
la retórica.
Las escuelas de retórica griegas
encuentran en Roma un campo más amplio que en las ciudades helenísticas, puesto
que sus enseñanzas se podían poner a prueba ante el público en el Senado o en
el Foro, tratando cuestiones de actualidad que apasionaban a la ciudad; por
este motivo a mediados del siglo II a. C.
son muchos los maestros de retórica que acuden a Roma desde Asia Menor. Los estudios de retórica terminan
imponiéndose y constituyendo, junto con la gramática, la base indispensable de la educación
de los jóvenes de las familias acomodadas que, como preparación imprescindible para la vida política o el ejercicio de la
abogacía, aprendían la “técnica oratoria”.
La retórica convierte la práctica de la
oratoria en un arte perfectamente reglado, cuyos principales principios son:
A)
Para la elaboración de buenos discursos
es imprescindible el conocimiento de los siguientes recursos oratorios y seguir
las siguientes fases :
1.- Inventio:
investigación y documentación sobre hechos, pruebas o argumentos
2.- Dispositio:
disposición u ordenación de las ideas del discurso
3.- Elocutio:
redacción del discurso: construcción de las frases, búsqueda de las
palabras adecuadas,
efectos estilísticos, correcta utilización de las figuras
retóricas...
4.- Memoria: la
técnica de “retener en la cabeza” los argumentos y su formulación.
El discurso se debe
memorizar para ser capaz de recitarlo y no leerlo. Las notas
manuscritas servirán
únicamente como punto de apoyo.
5.- Actio:
actuación, “puesta en escena” del discurso, como si de una interpretación
se tratara: la palabra se
debe acompañar además de gestos y mímicas que la
refuercen.
B)
Según la finalidad del discurso
se distinguían tres géneros de elocuencia:
-
genus laudativum: era utilizado en los discursos pronunciados en
ceremonias relacionadas con la religión (laudationes
funebres y elogia)
-
genus deliberativum: para persuadir o disuadir a un auditorio sobre una
cuestión política, era el propio de la oratoria política
-
genus iudiciale: propio de los discursos de acusación y defensa ante los
tribunales
C)
También el estilo o tono de los discursos debía
adecuarse a los distintos géneros de elocuencia, distinguiéndose también tres
tipos de estilo o genera dicendi:
-
genus grande (estilo
elevado)
-
genus medio (estilo medio)
-
genus tenue (estilo
elegante)
Estos tres estilos estaban destinados a convencer, a gustar y a
impresionar.
En el ámbito de la retórica se
distinguen tres escuelas o
tendencias que proponen distintos modelos de elocuencia, tomados todos del
mundo griego:
-
Escuela ática: tenía como modelo el estilo de los escritores de la época clásica de
Atenas. Propugnaba un tipo de oratoria espontánea,
carente de artificio y de excesivos
adornos; consideraba que la mejor elocuencia era la que lograba una más completa exposición de los hechos.
Esta tendencia tuvo dos maestros: C. Licinio Calvo y M. Junio Bruto.
-
Escuela asiánica: sigue el estilo de la oratoria griega que se desarrollaba en las
ciudades de Asia Menor. Se caracteriza por su tono brillante, exuberante y
florido, exageración, inventiva,
numerosas figuras estilísticas; los argumentos se guían por la imaginación más que por la lógica. El
máximo representante de esta tendencia fue Hortensio.
-
Escuela rodia: a partir del siglo II a. C. la isla de Rodas se convierte en el
mejor centro de cultura del Mediterráneo oriental, destacando entre sus
enseñanzas la de retórica. Proponía un estilo próximo al asianismo aunque más
moderado. En Rodas se formó Ciccerón
Los dos últimos siglos de la República, y muy especialmente el primero
de ellos en el que destaca la irrepetible figura de Cicerón, conocen un
desarrollo extraordinario de la oratoria, que impregna todas las
manifestaciones literarias y que conduce a la prosa latina a una perfección
formal difícilmente superable.
Con el agotamiento del sistema republicano
y la llegada de Augusto al poder, la práctica de la oratoria, privada de las
condiciones políticas que la justificaban, desaparece. Las escuelas de retórica
siguen manteniéndose con una finalidad educativa y conservando su influencia en
la lengua y literatura latinas, pero la oratoria se convierte en pura
declamación.
II.-
LA ORATORIA ANTES DE CICERÓN
La práctica de la oratoria se desarrolla
propiciada por determinadas circunstancias políticas y al calor de episodios
concretos; sólo más tarde, cuando se tiene conciencia del valor literario de
los discursos, comienzan éstos a fijarse por escrito. Esta es la razón de que
sólo conozcamos la oratoria preciceroniana por escasos fragmentos y por referencias
indirectas. Además del propio Cicerón,
que en su tratado de retórica Brutus traza una completa historia de la
elocuencia romana, tenemos también los escritos de Gelio, un erudito del siglo II d. C., que recogió gran cantidad de
material sobre obras de la antigüedad y que es una inestimable fuente de información.
Aunque Cicerón nos habla del discurso
pronunciado por Apio Claudio el Ciego
como el primero del que tenemos noticias, y Gelio recoge un fragmento de un
discurso de P. Cornelio Escipión el
Africano, sin embargo el primer orador del que tenemos noticias concretas y
algunos fragmentos es Catón el Censor
(234 /149 a. C.). En los fragmentos conservados se observa la fuerza y la
vivacidad de este orador, defensor a ultranza de las costumbres latinas frente
a las influencias helénicas. Escribió más de 150 discursos; de aproximadamente
50 nos han llegado fragmentos.
En el extremo opuesto a la postura de
Catón se sitúan los oradores pertenecientes al llamado Círculo de Escipión como
el propio Escipión Emiliano y Lelio. Ambos eran oradores brillantes y
sobresalían sobre todo por su elevada cultura. Se debe destacar su influencia
en la difusión de la cultura griega en Roma.
Los dos hermanos Gracos, Tiberio y Gayo, utilizan por primera vez la
oratoria para cambiar la Constitución hacia un gobierno más popular, para
alzarse contra la oligarquía y la reacción del Senado. Con ellos se crea un
nuevo tipo de oratoria, llamada popular, que se enfrentará, en la lucha
política, a la elocuencia senatorial o aristocrática. Su oratoria fue de una
importancia decisiva para incitar al pueblo a la acción.
Después del asesinato de los Gracos,
ocupan el escenario oratorio dos oradores, Marco
Antonio y Licinio Craso,
pertenecientes a la facción aristocrática y considerados por Cicerón como los
más grandes oradores romanos. Antonio entendía que el arte oratorio debía
centrar su preocupación sobre todo en la materia del discurso y consideraba más
útil para el orador la práctica forense que una gran cultura filosófica y
literaria. Por el contrario, Craso daba prioridad en la formación del orador a
una vasta cultura y al aprendizaje en la elección de las palabras y en la
estructuración rítmica de la frase.
Hortensio,
sólo ocho años mayor que Cicerón, fue su principal rival en los tribunales.
Representa el momento culminante del asianismo romano. Por último, Cicerón se
refiere frecuentemente al historiador y político Julio César como el más ingenioso y dialéctico de los oradores
romanos.
III.-
CICERÓN: PRÁCTICA Y TEORÍA DE LA ORATORIA
CICERÓN
ORADOR:
En los primeros decenios del siglo I a.C.
Roma vive un renacimiento cultural, especialmente visible en el campo de la
literatura, que tiene como una de las figuras insignes la de Marco Tulio
Cicerón, al que muchos estudiosos de la literatura consideran digno de dar
nombre a la época. Hombre de acción, pero simultáneamente hombre de reflexión,
estadista, orador, estudioso de la retórica, filósofo, en suma, sabio. Inició
una nueva etapa, intentando superar los antagonismos entre lo griego y lo
romano que habían dividido a los hombres de letras de la centuria anterior.
Buen conocedor y admirador de la cultura griega, pero profundamente romano en
sus sentimientos, recoge las ideas del helenismo y las adapta y adecua a la
tradición romana.
Considerado a través de los siglos como el
romano más representativo, pronunció infinidad de discursos de todo tipo.
Publicó muchos, tomados taquigráficamente y después retocados. Se conservan más
de 50. Los hay de tipo judicial y de tipo político.
Entre los discursos judiciales, pronunciados ante un tribunal como abogado
defensor o acusador, predominan los de defensa: a favor de amigos, protegidos o
simples clientes ( Pro Archia poeta, Pro Roscio, Pro Murena,
Pro Milone...). También los hay de acusación: por ejemplo, los discursos
contra Verres, conocidos con el título de Verrinas
Entre los discursos de tipo político, pronunciados ante el Senado o ante la
Asamblea del pueblo, destacan Las Catilinarias, serie de cuatro
discursos famosísimos con los que consiguió abortar la conjuración de Catilina
durante el año del consulado de Cicerón (63 a. C.) y Las Filípicas, 17
discursos con los que intentó frenar la subida al poder de Marco Antonio y que
sería la causa de su muerte. Es en los discursos donde el genio de Cicerón rayó
a más altura; y gracias a la maestría demostrada en ellos, llegó a la cumbre de
la política romana de su tiempo.
CICERÓN, TEÓRICO DE LA ORATORIA
La máxima autoridad romana en la materia
fue Marco Tulio Cicerón. Además de ser el orador más brillante, tanto en el
terreno político como en el judicial, al final de su vida, cuando se vio
apartado de la política y del Foro, escribió varias obras recapitulando todo el
saber que le había proporcionado el estudio de la retórica griega, su
investigación sobre la historia de la oratoria romana, y su dilatada y
brillante experiencia. Son suyos varios tratados de retórica, entre los que
destacan los titulados De oratore y Orator; en ellos desarrolla,
en forma de diálogo, sus ideas sobre la formación
de un orador y sobre las enseñanzas, cualidades y técnicas requeridas. En Orator
desarrolla su teoría de los tres estilos: el sencillo, el moderado y el
sublime. Para él el orador ideal es el
que domine los tres estilos y sepa utilizar cualquiera de ellos según la ocasión
lo requiera. Asimismo insiste en los conocimientos que debe poseer el orador y
en la aplicación de éstos en las distintas
partes del discurso que son:
1.- Exordio:
Es la introducción. Debe ser rápida, estar centrada sobre el tema y atraer
desde el principio la atención del auditorio con alguna anécdota, chiste o
frase impactante.
2.- Narración:
Es la exposición detallada de la causa. Debe ser clara y sencilla.
3.- Confirmación:
en la que se rechazan los argumentos del contrario. Los argumentos se deben
presentar en una gradación, de menos a más. También deben estar organizados por
sus características: no se pueden mezclar argumentos de tipo psicológico con
argumentos jurídicos por ejemplo.
4.- Peroración:
Parte final o conclusión, que trata de inclinar a jueces y auditorio a favor de
la propia causa. Debe ser breve, enérgica e impactante.
Escribió también una historia de la oratoria latina, titulada Brutus; gracias a
ella conocemos los nombres de muchos autores en su tiempo famosos, cuya obra no
ha llegado hasta nosotros.
IV.- LA ORATORIA Y LA RETÓRICA DE ÉPOCA IMPERIAL
La
oratoria.- En la época del Imperio, al cambiar las condiciones
políticas y estar el gobierno en manos de una sola persona, la oratoria
política dejó de ser algo vivo, convirtiéndose en un mero ejercicio para aprender a hablar bien, y más adelante en un medio de adulación con vistas a obtener
favores de la voluntad del emperador. De los discursos más famosos de esta
época destaca una colección de panegíricos dirigidos a diversos emperadores; el
más famoso es el dedicado por Plinio el
Joven a Trajano.
Al final del Imperio la oratoria brillará
sobre todo en el ámbito eclesiástico. Ya los discursos
no se llamarán orationes sino sermones: destacarán los de los llamados “padres
de la Iglesia” (San Ambrosio, San Agustín, el papa Gregorio Magno)
La
retórica.- Ya en época imperial la retórica grecolatina siguió
desarrollándose en Roma, partiendo siempre de la autoridad de Cicerón.
Abundaban las escuelas y los rhetores famosos que escribieron
manuales de retórica. Entre ellos destacan los españoles Séneca “el retórico” (padre del filósofo) y Quintiliano, que fue el primer rhetor cuya escuela fue pagada por
el estado; a él se debe el manual de retórica más famoso de la época
tardo-romana y de la Edad Media, el titulado Institutio oratoria (“la
formación del orador”) que es, además, un completísimo estudio del sistema
educativo romano.
También empezó como abogado y profesor
de retórica el gran historiador Tácito,
de quien se conserva una obra titulada Dialogus de oratoribus, en la que
pasa revista a la historia de la oratoria en los últimos tiempos de la
República y el primero del Imperio.
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